jueves, noviembre 05, 2009

EX-COLEGIATA DE SANTA MARÍA.



La iglesia, imponente, ubicada en la parte baja de una ladera.




Una de las tranquilas calles del pueblo.



Grabando la música que salía del campanario.




¿Y qué me decís de la cantidad de cosas que fue e hizo este señor?.



La iglesia tenía una estrecha relación con el castillo y se comunicaban a través de la muralla. Desde 1454 hasta 1851, mantuvo la categoría de colegiata. Durante la guerra civil perdió un retablo gótico y, además, quedó en estado ruinoso, pero resurgió de las cenizas cuando en 1944 la declararon Monumento Nacional.

Me hubiera encantado visitarla por dentro, pero suele suceder que las iglesias en los pueblos sólo permanecen abiertas en horario de misas. En el interior de esta se encuentra la tumba de un Juan Fernández de Heredia y su esposa, (sigo sin saber el nombre), los señores de Mora. Me hubiera encantado poder verlas. No hubo suerte en esto, pero pudimos al menos disfrutar de un concierto de campanas, diez minutos dando vueltas a las mismas en lo alto de la torre, ensordecedor pero agradable ser testigo de como se llena el silencio del repiqueteo de los badajos contra el bronce, sonidos armónicos llenando los ecos de las calles. Tienen un idioma propio, las campanas, peculiar, y hay que saber escucharlo para entenderlo.

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